sábado, 4 de septiembre de 2010

El Regreso de Edward Hamilton

Hola:


Primero que nada muchas gracias a ti por estar leyendo estas palabras que hoy escribo, este, El Freakshow De Deño, como ya he dicho antes es un espacio para todos los fenómenos del mundo tengan la libertad de expresarse, así que si les interesa unirse al show, solo dejen un comentario y nos pondremos de acuerdo, pero no empecé a escribir por ese asunto, escribo porque yo no soy solamente Deño, yo estoy hecho de varios personajes que viven en mi, Deño es uno de ellos, uno de los principales, y otro de los principales es mi alter ego Edward Hamilton, el es más serio y firma con una hache "H." tiene algunos escritos en este blog, pero parecía haberse ido de vacaciones por un tiempo, todo lo que mi mente producida parecía producto de Deño o alguno de los otros pequeños, pero hoy, exactamente hoy parece que ha vuelto, y ha vuelto inspirado, por desgracia su inspiración no la producen cosas placenteras, pero inspiración es inspiración al fin, ahora cambio el switch para dejar las próximas palabras en manos de Edward Hamilton...

He escrito cuentos y poemas, pero nunca he publicado aquí mis pensamientos en crudo, ahora me dispondré a hacerlo, hoy escribo como quién escribe por el mero gusto de escribir, por el placer de ver sus pensamientos transformados en palabras frente a él, pero esto no es del todo cierto, ahora que dejo que mis pensamientos fluyan sin filtro a este medio escrito me doy cuenta de que me entristece, no, no me entristece, me molesta que mi inspiración venga de mis momentos más desagradables, en los que yo, despreciable masoquista, gozo prolongándolos y escribiéndolos de manera que al leerlos pueda recrear exactamente ese frío filo atravesar mi alma. Pero belleza es belleza sin importar de donde provenga y cada uno encuentra su inspiración y si la mía llegara de la laceración de mi alma tendré preparada mi libreta y mi pluma junto a una botella de alcohol y suficientes gazas.


Si termino con tantas cicatrices como estrellas hay en el cielo me sentiré orgulloso por los frutos de mis heridas, por cada uno de ellos y como padre de ellos me sentiré orgulloso sin importar lo que los demás opinen.


Así que ven y golpeame, insúltame, acúsame de traidor y mentiroso, anda ven a inspirarme.

H.

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