domingo, 4 de julio de 2010

El Don

Y pues hola:

En el poblado en el que habito, permitanme decirles, existe una persona que es por muchos conocida simplemente como El Don, a quien a continuación tratare de describir de una forma bastante clara:

Es de una edad algo avanzada y de pocas palabras, siempre se le ve con sus botas vaqueras y su sombrero tejano, tiene los dedos adornados con anillos, no todos ellos, pero si la mayoría, usa un crucifijo de plata aunque afirma no creer en dios, carga la mayoría de las veces con una guitarra y ocasionalmente la toca en lugares que prontamente se vuelven concurridos, siempre de negro, pues esta de luto por la muerte de su juventud, pero esto no es algo que lo entristezca, ahora todo un bohemio será para los demás siempre un lobo solitario. No es un hombre que le tema a la muerte pues ya ha vivido más que muchos otros, no hay quien no sepa de él, si no lo han visto han llegado a escuchar alguna historia de su vida, alguna de sus penas o alguna de sus batallas, buen bebedor ya que siempre toma pero se emborracha pocas veces.

De pisada firme y cabeza siempre en alto, no desprecia a nadie pero con pocos habla, a muchos menos les canta, los que tienen la suerte de haberlo escuchado alguna vez confirmaran que tiene la voz ronca resultado de su abuso del cigarrillo, desconoce palabra del inglés y dice que quiere morir conociendo solamente su amada lengua: el mexicano, se encuentra siempre cerca de algún bar o licorería, su bebida es el whisky y los que saben como usar el mexicano pueden robarle algunas palabras y con suerte incluso unos versos si le invitan un buen whisky y un cigarrillo, el cual solo enciende con fósforos de madera pues dice así el sabor es superior.

Algunos dicen que es uno de los pocos sabios milenarios que quedan en este mundo, otros dicen que escogió nuestro pequeño poblado para escapar de la muerte y que no lo encuentre al menos en un par de siglos, la mayoría de nosotros estamos convencidos de que partiremos de este mundo mucho antes que El Don, y no podríamos estar más felices, bueno, a decir verdad, yo podría estar más feliz si supiera que en mi funeral El Don me dedicará algunos versos, pero claro eso no es posible, el reserva sus versos a ciertas personas del pasado, brinda por ellas y sigue dando esas pisadas firmes con sus botas vaqueras por ellas, por las que ya se fueron.

Pero quién sabe, tal vez, algún día vea en nosotros a su vieja pandilla, a su vieja banda, a sus cómplices, tal vez ya lo hace, tal vez por eso a veces una lagrima rueda por sus mejilla al vernos de lejos con sus lentes oscuros puestos y esa sonrisa melancólica.

Yo no puedo afirmar nada, como dije, muchas historias se han contado acerca de El Don, y esta, solo es una más.

-H

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